"Yo quiero llamar la atención de un país sobre este hombre, al que no puede dejarse perecer en la pobreza o en el olvido, aunque fuese, si no tuviera otros méritos, sólo por esto: por haber sido el apóstol de los ideales americanistas, por haber gastado su fortuna recorriendo nuestras repúblicas a fin de despertarlas y hacerles ver el peligro que las acecha. Y es por ello que, aunque la Argentina lo tenga olvidado, el nombre de Manuel Ugarte no morirá nunca en la conciencia de América".
Esto escribe de él poeta peruano Alberto Hidalgo, quien lo había conocido en 1940 y lo trata en sus últimos días en Niza, donde terminó su vida, acaso de manera voluntaria un 2 de diciembre de 1951.
Manuel Ugarte: antiimperialista pertinaz, pregonero incansable de la unidad de él hablaremos hoy, justo cuando los estados unidos de norteamérica están mostrando su calzoncillo más sucio manchado de bajezas, arbitrariedades, torpezas y descuidos a granel. Daño, como ya sabía Ugarte que estos muchachos eran capaces de producir
Un pantallazo de sus primeros años nos dice que Manuel Ugarte nació en la ciudad de Buenos Aires el 27 de febrero de 1875 en un hogar de buena posición económica. Sus estudios los realizó en el Colegio Nacional de Buenos Aires. A los 15 años comenzó a escribir sus primeros trabajos y se convirtió en un ávido lector, su familia le costeaba la edición de sus primeros trabajos de poesía, esta incursión le permitió tomar contacto con los más destacados literatos de la generación del 80.
Como muchos de los argentinos de buen pasar. Partió en 1897 hacia París para continuar sus estudios, mejoró su francés y también aprendió italiano e inglés. Asistió a cursos de sociología y filosofía y vivió de cerca el caso Dreyfuss, sobre el cual escribió comenzando su acercamiento a los temas políticos. Ese mismo año 1898, Estados Unidos interviene en Cuba, provocando el repudio de muchos latinoamericanos, entre ellos el de Manuel Ugarte. Por esos años, empezó a mostrar interés por los temas sociales y su acercamiento al socialismo, que tenía a Jean Jaurés como una de la figuras de mayor prestigio.
Y claro, también fue a Norteamérica. Desde París, Manuel Ugarte se trasladó a Nueva York, en esa ciudad percibió con total claridad el impulso expansionista que predominaba en la clase política norteamericana, que tenía a América Latina como principal objetivo de conquista. Manuel Ugarte estudió la historia norteamericana y descubrió cómo fue ganando territorio a costa de otros países. Pero lo que era más grave, detectó que ese apetito por más territorio, no estaba saciado. En el tiempo que estuvo se dedicó a recorrer una buena cantidad de ciudades norteamericanas, donde pudo verificar el tratamiento que recibían las clases empobrecidas, junto a la hipocresía doctrinaria que predicaba una igualdad solo teórica.
Como muchos de los argentinos de buen pasar. Partió en 1897 hacia París para continuar sus estudios, mejoró su francés y también aprendió italiano e inglés. Asistió a cursos de sociología y filosofía y vivió de cerca el caso Dreyfuss, sobre el cual escribió comenzando su acercamiento a los temas políticos. Ese mismo año 1898, Estados Unidos interviene en Cuba, provocando el repudio de muchos latinoamericanos, entre ellos el de Manuel Ugarte. Por esos años, empezó a mostrar interés por los temas sociales y su acercamiento al socialismo, que tenía a Jean Jaurés como una de la figuras de mayor prestigio.
Y claro, también fue a Norteamérica. Desde París, Manuel Ugarte se trasladó a Nueva York, en esa ciudad percibió con total claridad el impulso expansionista que predominaba en la clase política norteamericana, que tenía a América Latina como principal objetivo de conquista. Manuel Ugarte estudió la historia norteamericana y descubrió cómo fue ganando territorio a costa de otros países. Pero lo que era más grave, detectó que ese apetito por más territorio, no estaba saciado. En el tiempo que estuvo se dedicó a recorrer una buena cantidad de ciudades norteamericanas, donde pudo verificar el tratamiento que recibían las clases empobrecidas, junto a la hipocresía doctrinaria que predicaba una igualdad solo teórica.
Profundo sentido antiyanqui. Manuel Ugarte recorrió la frontera de México con los Estados Unidos para corroborar el accionar expansionista de los norteamericanos. Y no perdió oportunidad de pisar su amada tierra americana: también recorrió ciudades mexicanas y de regreso a Europa hizo una escala en La Habana. Paradójicamente fue a comienzos del siglo XX y en los Estados Unidos donde Manuel Ugarte comprendió y consolidó las dos columnas de su ideología: por un lado un fuerte antiimperialismo y por el otro la necesidad de consolidar la unidad latinoamericana.
El compromiso político. Al retornar a París, abrazó fervientemente la causa del socialismo, al que llegó por su admiración por Juan Jaurés, esta ideología lo acercará al sufrimiento de la clase obrera, pero en ningún momento entrará en contradicción con su profundo nacionalismo latinoamericano. Vale recordar que Manuel Ugarte denuncia al imperialismo yanqui desde 1901 –por sus intervenciones en América Central y el Caribe– hasta el año de su muerte, por la guerra de Corea.
¡Mirá que nenas y nenes! Entre los amigos de Ugarte se cuentan Alfonsina Storni, Alfredo Palacios, José Ingenieros, Leopoldo Lugones, Manuel Gálvez y Ernesto Palacio. También trata con la chilena Gabriela Mistral, el uruguayo José Enrique Rodó, el peruano José Santos Chocano, el nicaragüense Rubén Darío, los mexicanos Amado Nervo y José Vasconcelos, los españoles Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez y Pío Baroja, los franceses Henri Barbuse y Jean Jaurés; es decir, trató con los más destacados intelectuales de principios del siglo XX. Rubén Darío, Unamuno y Baroja le prologan sus primeros libros. Barbuse, director de la revista Monde, lo incluye en el comité editorial junto con Albert Einstein, Máximo Gorki y Upton Sinclair.
Es autor de treinta libros, la mayoría publicados fuera del país. Entre la obra poética de Manuel Ugarte se destacan Palabras (1893), Poemas grotescos (1893), Versos (1894) y Vendimias juveniles (1907).
También es autor de narraciones cortas: Cuentos de la Pampa (1903) y Cuentos argentinos (1908).
Dentro de sus relatos de viaje figuran Paisajes parisienses (1901), Crónicas de boulevard (1902) y Visiones de España (1904).
Sus ensayos literarios incluyen El arte y la democracia (1905) y La joven literatura hispanoamericana (1906).
Los textos sociopolíticos abarcan El Porvenir de América Española (1910), La Patria Grande (1922), El destino de un continente (1923) y La Reconstrucción de Hispanoamérica (1951).
Lo que escribió a principios del siglo XX, y tan actual: "Actualmente los grandes diarios nos dan, día a día, detalles a menudo insignificantes de lo que pasa en París, Londres o Viena y nos dejan, casi siempre, ignorar las evoluciones del espíritu en Quito, Bogotá o Méjico. Entre una noticia sobre la salud del emperador de Austria y otra sobre la renovación del ministerio del Ecuador, nuestro interés real reside naturalmente en la última. Estamos al cabo de la política europea, pero ignoramos el nombre del presidente de Guatemala".
Otro socialista peronista. En mayo de 1935, en plena Década Infame, Ugarte regresa a Argentina. El semanario Señales, del grupo FORJA, es el único periódico que informa sobre su llegada; por supuesto, la gran prensa lo ignora. En 1937, se va nuevamente del país. El patriota iberoamericano regresa a Buenos Aires en marzo de 1946, después del triunfo electoral del entonces coronel Juan Domingo Perón. Dice por ese entonces: "Más democracia que la que ha traído Perón, nunca la vimos en nuestra tierra. Con él estamos los demócratas que no tenemos tendencia a preservar a los grandes capitalistas y a los restos de la oligarquía".
Y luego escribe: "Todos los presentimientos y las esperanzas dispersas de nuestra juventud, volcada un instante en el socialismo, han sido concretadas definitivamente en la carne viva del peronismo, que ha dado fuerza al argentinismo todavía inexpresado de la Nación. Ahora sabemos lo que somos y a dónde vamos. Tenemos nacionalidad, programa, derrotero".
Un diplomático boicoteado. El 31 de mayo de 1946, el historiador Ernesto Palacios lo acompaña a la Casa Rosada y le presenta al nuevo presidente, quien le ofrece el puesto de embajador en México. A los 71 años, es la primera y única vez que Ugarte recibe un reconocimiento oficial en su país. Pero los diplomáticos "de carrera" lo boicotean. Desinteligencias con el personal de la propia embajada lo obligan a regresar a Argentina en junio de 1948. Lo envían a Nicaragua, donde no se encuentra muy a gusto. A principios de 1949 lo trasladan a la representación en Cuba, donde persisten las intrigas de algunos funcionarios, y en enero de 1950 presenta su renuncia. Por problemas de salud, regresa a su casa alquilada en Niza.
Apoyo a Perón. En noviembre de 1951 Ugarte vuelve a Buenos Aires. Él mismo explica la razón del viaje: "No he pertenecido nunca al bando de los adulones y si hago ahora esta afirmación, si he vuelto especialmente de Europa a votar por Perón, es porque tengo la certidumbre absoluta de que alrededor de él debemos agruparnos, en momentos difíciles que atraviesa el mundo, todos los buenos argentinos".
El final. Poco días después de votar regresa a Niza. El 2 de diciembre de 1951 lo encuentran muerto en su casa. Aunque oficialmente se considera que la muerte fue "accidental", en los medios literarios y políticos se presume que él mismo decidió poner punto final a su vida. Los suicidios de Horacio Quiroga en 1937, Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones en 1938, y de Lisandro de la Torre en 1939 habían conmovido a Ugarte, quien afirmó que la suya era una generación vencida. La historiadora Liliana Barela, que se ocupó de su vida en profundidad, dice que "exiliado, solitario, excluido y desilusionado, pudo sentirse vencido y tentado a adoptar el camino que eligieron tantos compañeros que integraron su malograda generación".
¿Saben cuál fue el trato que recibió Ugarte en Argentina? Imaginen… A este auténtico polígrafo –autor de novelas, cuentos, poesías y ensayos– las autoridades universitarias le niegan una cátedra de Literatura. Los representantes de la cultura oficial también rechazan la propuesta de Gabriela Mistral –quien lo denomina "el maestro de América Latina"– para considerarlo candidato al Premio Nacional de Literatura. El Partido Socialista, de orientación liberal conservadora, lo expulsa dos veces, a causa de sus "desviaciones nacionalistas". En 1910 se realiza un nuevo congreso de la Internacional Socialista en Copenhague, pero esta vez viaja el dirigente Juan B. Justo desde Buenos Aires, en lugar de designar a Ugarte que se encontraba en París. El diario La Nación comienza a rechazarle artículos. Sus libros El Porvenir de América Española, La Patria Grande, El destino de un continente y La Reconstrucción de Hispanoamérica, se editan en el país recién dos años después de su muerte, por iniciativa de Jorge Abelardo Ramos en la pequeña editorial Coyoacán. Poco antes de morir, comenta: "En otras partes se fusila, es más noble".
Para redondear: ¿sabe qué se debe esta conspiración del silencio? Anote…
-Denunció al imperialismo yanqui desde 1901, por sus tropelías en América Central, hasta su muerte en 1951 por la guerra de Corea.
-Fue un socialista convencido, pero se negaba a copiar tácticas e ideas europeas "El socialismo debe ser nacional" dijo en 1911.
-Sostenía que debíamos incorporar la cultura mundial, pero elaborar nuestra propia cultura nacional, sin exotismos ni europeísmos.
-Predicó desde 1900 hasta su muerte, la unidad latinoamericana.
-Fue un socialista convencido, pero se negaba a copiar tácticas e ideas europeas "El socialismo debe ser nacional" dijo en 1911.
-Sostenía que debíamos incorporar la cultura mundial, pero elaborar nuestra propia cultura nacional, sin exotismos ni europeísmos.
-Predicó desde 1900 hasta su muerte, la unidad latinoamericana.
Y además de todo murió siendo peronista. Pecado de los pecados que nunca podrá pagar.
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