lunes, 6 de diciembre de 2010

2 DE DICIEMBRE DE 1964. EL GENERAL PERON NO VUELVE A LA ARGENTINA


Si sabrán los oyentes/lectores del Gato de los vaivenes que tiene la historia y los distintos momentos por los que pasa la lucha popular... Uno de esos episodios ocurrió el 2 de diciembre de 1964, cuando tras nueve años de exilio, el Gral. Perón intenta regresar al país. Sin embargo, es detenido en Río de Janeiro a pedido del gobierno del médico pergaminense Arturo Umberto Illia y es obligado a volver a Madrid.

El viaje se inició en Barajas y fue interrumpido en Río de Janeiro por pedido del gobierno argentino del Dr. Humberto Illia. A la 1,45 hora española del día 2 de diciembre de 1964, Perón, que había llegado al aeropuerto escondido en el baúl de un automóvil desde su residencia en Puerta de Hierro, partió de España rumbo a la Argentina acompañado por una comitiva que entre otros integraban: Augusto Vandor, Andrés Framini, Delia Parodi, Carlos Lascano y Alberto Iturbe. A las 9,45, hora de Brasil, el ex presidente Juan Domingo Perón volvía a tocar, en Río de Janeiro, tierra americana luego de nueve años de exilio.

Fue Jorge Antonio quien consiguió los pasajes para Perón y su comitiva en un vuelo de Iberia. el 991 y que tenía destino final Buenos Aires. Se trataba de un vuelo regular y el ex presidente tenía su documentación en regla: teniendo en cuenta las declaraciones del gobierno argentino, nada debía impedir su retorno. Pero no fue así.

"Al arribo de la aeronave a Río de Janeiro  se produjo un insólito espectáculo: el avión fue literalmente rodeado por la tropa armada e inmovilizado en el aeropuerto internacional de El Galeao, en tanto un grupo de militares subía al avión intimidando a su personal y declarando detenida la aeronave, con la amenaza de conducirla a la base militar inmediata”. Llega un representante del ministerio de Relaciones Exteriores brasileño y comunica al comandante que no podía continuar el viaje si antes no le entregaba a los viajeros, es decir el grupo del General. El mismo cuenta parte del episodio: "En esas circunstancias, tanto el director de Iberia como el comandante manifestaron que no veían razón alguna para semejante atropello y que ellos, de acuerdo con sus derechos, conducían pasajeros que no podían dejar en medio del camino sin que mediara una causa razonable que lo justificara. Tampoco aceptaban el allanamiento de la aeronave y pidieron al funcionario brasileño la orden judicial correspondiente".
Éste no haría lugar a la protesta: los viajeros estaban bajo jurisdicción militar y no les quedaba otra que cumplir con lo que se les ordenaba. Perón no puede continuar viaje y debe regresar a España. Las instrucciones provienen del presidente de Brasil, se les dice. El grupo de viajeros debió descender del avión y permaneció detenido en la base, hasta que fue reembarcado y forzado a regresar a España.
Luego, escribiría Perón: "El Derecho Internacional Público ha mantenido como uno de los derechos más elementales del fuero humano, el de transitar libremente y cientos de convenciones lo han afirmado de la manera más rotunda. Así se lo ha reconocido y respetado desde la más remota antigüedad. Pues bien, el 2 de diciembre de 1964 viajaba yo hacia mi país, en una línea regular, con mi documentación en regla y legalmente autorizado. Al llegar a Brasil, en tránsito, se allanó la aeronave, se me detuvo y, conducido a una repartición militar, permanecí trece horas incomunicado. Luego fui obligado a retornar al lugar de origen. Cuando pregunté porqué se hacía eso e invoqué las leyes internacionales, se limitaron a contestar que era orden del presidente de la República, ya que en Brasil las leyes las hacían ellos. Supe luego, por publicaciones de Argentina y Brasil, que estas dos ‘democracias’ pentagonianas eludían la responsabilidad de semejante atropello: Brasil declaraba por su cancillería que mi detención y rechazo había sido por expreso pedido del gobierno argentino, en tanto que el canciller Zavala Ortiz [genocida, piloto de un avión bombardero el 16 de junio de 1955] manifestaba a la prensa internacional que no había mediado pedido alguno [¡cobarde!]. Pero nosotros sabíamos de dónde había partido la orden porque, a renglón seguido, el secretario del Departamento de Estado norteamericano hacía llegar una felicitación al gobierno brasileño por la hazaña que acababa de realizar. ¡Y este es el 'mundo libre'...!”.
El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, que llevó a cabo personalmente la opereta, era Joao Lampreia Gracie, el presidente de ese país Humberto Castelo Branco, milico proyanqui que había derrocado a Joao Goulart ese mismo año. John William Cooke dijo en enero de 1965 que en aquella ocasión: "La presión yanqui funcionó aceitada y orgánicamente".
Con esta movida política y diplomática se vieron frustrados los deseos del pueblo peronista de ver nuevamente en la Argentina a su líder. Por quien hubo que luchar aun ocho años más hasta su regreso definitivo.

Un análisis de lo ocurrido, tomado del blog del amigo y compañero Daniel Chiarenza:
El retorno era una maniobra de vastos alcances. No buscaba producir la caída de aquella democracia enclenque, pero sí forzarla a una definición para que el pueblo no tuviera ninguna duda de su calidad moral. Illia y el gobierno radical deberían buscar una conciliación que los arrancara de su aislamiento en una falsa legalidad, o bien desnudar su carácter ilegítimo. En relación a las filas de su propio Movimiento, Perón podría reafirmar su autoridad, desalentando las maniobras de quienes complotaban con ciertos militares a sus espaldas.
El mismo Perón, años más tarde, lo explicaría así:
"En 1964 llegaron a Madrid noticias de que podría producirse en Argentina un movimiento militar. Pensé que en esas circunstancias -y en todas, conociendo la médula de los gobierno militares- era lo peor que podía pasarle al país. Por interpósita persona hice conocer allá esa información, creyendo que así podría solucionarse. Yo estaba decidido a trasladarme a la Argentina: allá tenía un movimiento con el que podía apoyar al gobierno. ¿Por qué? Porque el gobierno de Illia era sólo a medias constitucional, pero mejor que una dictadura [...] Hice los contactos por intermedio del doctor Remorino, que era un hombre muy vinculado y muy capaz. Cuando mandé decirlo, a los pocos días salió una declaración del presidente Illia: dijo que los exiliados podían regresar con las garantías de las leyes y del gobierno. Yo me dije: ésta es la contestación. Poco después el ministro de Relaciones Exteriores, Zavala Ortiz, dijo lo mismo: que no había exiliados, que el gobierno era constitucional y no tenía exiliados políticos, que los que están afuera podían volver en cualquier momento. Y una semana más tarde, ya claramente el ministro del Interior, Palermo, declaró: Si el general Perón está en España es porque quiere estar en España. ¿Ah, sí?, dije yo: saqué el boleto por vía aérea y me largué para allá".
Pero había por allí un personaje clave en la historia del peronismo y el movimiento obrero de aquellos años, que propugna un peronismo sin Perón, pactando con los militares. Augusto Timoteo Vandor.  Vandor sospechaba que Perón intentaría poner límites a su creciente independencia, y haría lo posible para que la maniobra no fuera exitosa. Creía que los militares y el gobierno evitarían que el retorno se concretara. Lejos de perjudicarlo a él, eso demostraría que el regreso del líder era imposible, y que el peronismo debía acostumbrarse a manejarse sin Perón, lo cual abriría un ancho cauce a su poder.

Para Perón, el viaje frustrado significó una reafirmación de su autoridad. Había evidenciado su voluntad de regresar y de continuar ejerciendo su jefatura en forma efectiva. Vandor, en cambio, no obtuvo los resultados esperados. Su prestigio no aumentó -como más tarde quedaría confirmado-, porque había sido uno de los organizadores del operativo fracasado. Y no fueron pocos los peronistas que lo acusaron de no haberse esforzado demasiado en procura del éxito. No hubo movilización gremial ni se declaró la huelga general, como podía esperarse de las organizaciones que habían evidenciado su capacidad a través del plan de lucha.

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