Una efeméride preciosa tenemos hoy: la del dictado del Decreto nacional Nº 29.337, de fecha 22 de noviembre de 1949, que marcó un antes y un después en la educación universitaria argentina; por él, el presdiente Juan Domingo Perón estableció la gratuidad de dichos estudios, con lo que se abrió la posibilidad real del ingreso a la universidad, sin otra restricción que la capacidad de rendir las materias, a miles de muchachas y muchachos.
La decisión política de establecer la gratuidad de la enseñanza, tiene profundas connotaciones de igualdad y fue un signo inequívoco de progreso social y de afianzamiento del sistema republicano de gobierno.
No olvidemos que aun hoy hay países en los que el acceso a la enseñanza superior sólo es posible para los que cuentan con recursos económicos propios suficientes.
La historia de las universidades argentinas ha sido de vanguardia en muchos aspectos; uno de los hechos que la llevaron a ese sitial fue la reforma de 1918, que consiguió la autonomía y el gobierno tripartito, pero si bien esa reforma transformó el funcionamiento de la universidad, la posibilidad de aumentar la población estudiantil siguió más en el plano de la aspiración que de la concreción. Ya que seguía siendo prohibitiva para las capas populares.
El 20 de junio de 1949, en ocasión de conmemorarse el fallecimiento del general Manuel Belgrano, y por consiguiente, la celebración del Día de la Bandera, Perón pronunció las siguientes palabras: “En los comienzos de mi presidencia después de mas de un siglo de olvido di cumplimiento a los deseos de Belgrano de designar recompensa en dinero que le acordara el prócer al gobierno, invirtiendo los fondos necesarios para construir una escuela, como él lo dispusiera, en la ciudad de Tarija.
Interpretando sus ideas y sentimientos, que lo impulsaran a destinar sus bienes y recompensas para construir escuelas en la rudimentaria comunidad Argentina de su tiempo, deseo anunciar que desde hoy quedan suprimidos los actuales aranceles universitarios, en forma tal que la enseñanza sea absolutamente gratuita y al alcance de todos los jóvenes argentinos que anhelan instruirse para el bien del país. Para honrar a los héroes nada mejor que imitarlos”.
La promesa formulada aquel día se materializó mediante el dictado del Decreto Nº 29.337, el cual fue rubricado por el Presidente de la Nación, Tte. Gral. Juan Domingo Perón, el día 22 de noviembre de 1949. El beneficio de la gratuidad de los estudios universitarios se estableció con alcance retroactivo al 20 de junio de 1949.
El impacto de la norma dictada por Perón se evidenció en el inmediato aumento de la matrícula estudiantil. Según una estadística del Departamento de Estadística Educativa, la matrícula universitaria pasó de 40.284 alumnos en 1945 a 138.871 en 1955. Este crecimiento sostenido se continuó en la siguiente década ya que en 1965 concurrían 206.032 alumnos a las universidades.
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